¿Por qué interesarse en el psiquismo de los niños y adolescentes y en la clínica que lo acompaña?, ¿Cómo, cuándo, desde cuándo se constituye la mente de un ser humano?
Esta es una pregunta esencialmente psicoanalítica y esto quiere decir que se apoya en los fundamentos metapsicológicos -la diversa construcción teórica acumulada por el psicoanálisis- que intenta explicar en qué momento podríamos encontrar precursores de lo que luego conformará la compleja estructura de la mente de un ser humano.
El psicoanálisis de niños y adolescentes está interesado en acompañar teórica y clínicamente esta evolución para permitir comprender y acompañar tantos los procesos sanos como los dolorosos del desarrollo mental desde la infancia hasta la juventud.
Por otra parte, nos permite acompañar la inauguración de cada persona en formación en el complejo tránsito evolutivo que muchas veces es tan difícil de ser vivido en soledad cuando el medio ambiente o la misma estructura interna no propicia comprender y ampliar su propia capacidad de reconocimiento de su mundo interno.
¿Por qué ser psicoanalista de niños y adolescentes?
Porque entender la concepción de psiquismo temprano y la estructuración del aparato mental -que realizan distintos autores a partir de Freud- hace pensar que las fallas mantenidas y/o traumas que ocurren a edades muy tempranas, cuando no hay una mente capaz de metabolizar los acontecimientos, junto a la falla o falta de la debida decodificación que hace la madre y/o entorno a las necesidades del bebé, deja huellas profundas en la mente. Al ser abordadas en una intervención terapéutica precoz, estas dificultades tienen la posibilidad de revertirse y retomar el potencial del niña/o.
Pero cuando estas alteraciones prosiguen sin reparar, aparecerán años después al modo de un edificio que se desarma por sus vigas maestras endebles. Es posible observar en el adulto, que dificultades en el presente, son manifestaciones de conflictos no resueltos anteriores, cuyo origen es temprano. El conocimiento que aporta el psicoanálisis de niños y adolescentes permite ayudar a conocer al niño, púber o adolescente que aún habita en el paciente adulto.
Esta especialidad del psicoanálisis se inicia a comienzos del siglo veinte con dos analistas pioneras: Ana Freud (Viena) y Melanie Klein (Berlin). Otros destacados psicoanalistas han continuado haciendo aportes a la teoría y la técnica; entre los que se cuentan, Donald Winnicot, Francis Tustin y Esther Bick, en Inglaterra; Margaret Mahler, Wilfred Bion, Donald Meltzer y Peter Blos en USA.
En los años 40 había llegado el psicoanálisis a Chile, pioneros psiquiatras y psicólogos fundan la Asociación Psicoanalítica chilena en 1949, alrededor de la figura del Dr. Ignacio Matte.
Los primeros brotes de interés por el trabajo psicoanalítico con niños se expresan a través de la Dra. Erika Guzmán, quien toma este tema desde los primeros años de la APCH. Ella realiza una observación de bebés con Mss. Bick, en Londres. Crea en Chile un pequeño grupo de psicoanálisis infantil en la Clínica Psiquiátrica. Forma parte del grupo, la Ps. Ximena Artaza, quien realiza luego su trabajo de ingreso como analista con el caso de un niño.
A mediados de los años sesenta se crea en Chile un servicio de Psiquiatría infantil a cargo de un grupo de psiquiatras y psicólogos de niños, dirigido por el Dr. Guillermo Altamirano, psiquiatra infantil y psicoanalista, formado en USA. Ellos constituyen el primer grupo de profesionales que se forma en esta especialidad. Pertenecen al staff inicial Eliana Corona, Isolda Armijo y el Mario Gomberoff. En 1967, se suman las Dras. Gloria Muñoz y Elena Castro, y la Psicóloga Liliana Pualuan, que vuelve de una formación en Alemania. En los años siguientes a 1967 se incorporan Carmen Noemi, Mónica Bruzzone, Guillermina Stekel, Luis Gomberoff y Gonzalo Morandé. Muchos de ellos buscan también formarse como psicoanalistas, e ingresan en diferentes años a la APCH.
En 1973 se disolvió el Servicio de Psiquiatría Infantil del Hospital Calvo Mackenna a raíz de lo cual los profesionales antes mencionados organizaron un grupo de estudio a cargo de la Dra. Aurora Pérez, psicoanalista infantil con función didacta en la APA (Asociación Psicoanalítica Argentina). Aurora Pérez realizó visitas regulares durante 4 a 5 años para tratar temas teóricos y clínicos. También contribuyeron a la formación Paulina Fischer de Kernberg, psicoanalista infantil con función didacta en Nueva York, y la psicoanalista Ruth Riesenberg, chilena formada y residente en Inglaterra.
A medidos de los años noventa las psicoanalistas Dras. Elena Castro, Mónica Bruzzone y Gloria Muñoz, las Ps. Liliana Pualan y Mireya de Kartzow y los Dres. Mario y Luis Gomberoff crearon un nuevo grupo de estudios de psicoanálisis infantil, el que fue reconocido a mediados del año 2000 por COCAP (Comité de Psicoanálisis de Niños y Adolescentes) de la Asociación Psicoanalítica Internacional) como un Comité de Niños y Adolescentes de la APCH. Al mismo tiempo, los profesionales que integraban el grupo fueron reconocidos como psicoanalistas de niños y adolescentes por la API. Posteriormente fue asimismo reconocida por la API la Dra. Ximena Riveros.
El año 2007 este Comité inició la formación de psicoanalistas de niños y adolescentes de la APCh. De este curso inagural formaron parte los analistas Gracia María García, Luz María Gómez, Patricio Peñailillo, Antonia Staforelli y Eugenia Valdés. El 2011 se hizo un nuevo curso integrado por las psicoanalistas Margarita Baldrich, Constanza Buguñá, Viviana Castro, Lilian Hitelman y Milka Kaplan.
El año 2020 se cambia el nombre del comité de niños y adolescentes, Paulina Kernberg, por Comité para la Infancia y Adolescencia, Liliana Pualuan. Haciendo honor a su fundadora.
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La técnica terapéutica debe adecuarse a las características de cada edad.
En recien nacidos se hacen intervenciones psicoanaliticas orientadas por lo general a estabilizar los ritmos biologicos y regulación emocional. Previo a los dos años se hace terapia vincular dirigida a la madre, al bebé y el vinculo. Desde los dos años hasta alrededor de los doce años, se aplica la técnica de juego. La asociación libre del adulto es reemplazada por el juego. El niño usa un set de juguetes y materiales de escritorio que se le ofrece para jugar espontáneamente. De esta forma podemos conocer su fantasía inconsciente. El juego se ha considerado como una actividad de la mente, semejante a los sueños, y que es posible de interpretar. Los adolescentes usan habitualmente una técnica mixta, dibujos, y en ocasiones utilizan juegos más estructurados como medios para organizar el lenguaje. Es importante destacar que la técnica terapéutica debe adecuarse a la edad y a las características del paciente. Para logar una evolución positiva, en muchos casos, es importante agregar el trabajo con los padres.
El Comité para la Infancia y Adolescentes, perteneciente al Consejo del Instituto, está a cargo de la formación de Psicoanalistas infanto-juveniles.
Su objetivo es Formar Psicoanalistas de Infancia y Adolescencia siguiendo los principios del Comité para la Niñez y Adolescencia de la Asociación Psicoanalítica Internacional, COCAP, y de la Asociación Psicoanalítica Chilena.
Cooperar con el instituto en la formación de los psicoanalistas de adultos, dictando seminarios como Observación de bebes, psiquismo temprano, Psicoanalisis de niños y adolescentes.
Formación continua de sus miembros, para ello este comité compuesto por grupo de profesionales especializados promueve reuniones de formación continua, discutiendo especialmente sobre casos clínicos. La reflexión en grupo sobre teoría y clínica permite avanzar e investigar en este campo.
Los últimos años se ha incorporado en la malla curricular la Observación de Bebés, metodo Bick, a los psicoanalistas en formación del instituto.
Esta experiencia se considera como requisito en la formación de los psicoanalistas de niños y adolescentes.
Al mismo tiempo nuestro comité ofrece como seminario de un año de duración La Observación de Bebés, a miembros de la A.P.Ch. y profesionales externos a la institución.
Directora
Milka Kaplan
Secretaria
Margarita Baldrich
Coordinadora de formación continua
Dra. Ximena Riveros
Coordinadora reuniones científicas
Constanza Buguña y Viviana Castro
Delegada de FEPAL
Ps. Eugenia Valdés
Integrantes
Ps. Margarita Baldrich, Dra. Mónica Bruzzone, Dra. Constanza Buguñá, Dra. Elena Castro, Ps. María Viviana Castro, Ps. Lilian Hitelman, Ps. Milka Kaplan, Dra. Gloria Muñoz, Dr. Patricio Peñailillo, Dra. Ximena Riveros, Ps. Eugenia Valdés, Ps. Yubiza Zárate.
Últimamente ha habido un creciente progreso del conocimiento e interés sobre el desarrollo del psiquismo humano. Este, que está presente desde el nacimiento, completa su evolución en la adolescencia. El ser humano nace en una situación de gran desvalimiento. El estrecho vínculo afectivo del bebé con la madre, o cuidador principal, le permite el desarrollo de su mente. Ella puede contener las emociones intensas y extremas de este, mitigarlas y darles un sentido, gracias a la función de reverie, descrita por Bion. En los últimos meses del embarazo la madre experimenta un cambio psicológico, que le permite adecuarse a las necesidades del bebé, y contribuir a un adecuado desarrollo emocional de éste. A estos procesos, Winnicott les ha dado el nombre de “preocupación maternal primaria”. Las vivencias del bebé en su relación con la madre son introyectadas y hechas propias. Estas identificaciones, constituyen los objetos internos, que van configurando su aparato mental. También otras relaciones van tomando importancia para el niño, en primer lugar, el padre, las relaciones fraternas, luego las relaciones con otras personas con las que interactúa en el mundo externo al hogar.
Los niños tienen un complejo proceso de desarrollo mental, de modo de manejar la impulsividad agresiva y sexual. En las sucesivas fases de su desarrollo, la naturaleza de las expresiones instintivas del niño y la capacidad de su yo y superyo de demorar o modificar sus descargas, van determinando la estructura de la personalidad.
Hay diferencias individuales en diversos aspectos, tanto constitucionales, como adquiridos, por lo que los niños manifiestan amplias diferencias en el grado de desarrollo de su psiquismo. La interacción con la madre, y con el padre son los factores fundamentales, luego la familia extendida, se van sumando a estas las relaciones que va estableciendo con sus pares en las etapas siguientes. El Yo y SúperYo se van estructurando desde el inicio y esta influido por factores constitucionales y por factores adquiridos, vinculos tempranos, valores, normas y las actitudes de los padres.
A medida que el niño se va desarrollando entra en contacto con un mayor número de personas que influyen en modular su equilibrio emocional. La escuela, con sus relaciones de compañeros y profesores es de gran importancia en la niñez temprana y tardía (6-12 años). Así también las actividades sociales, culturales y deportivas en que el niño puede participar.
El transitar por la adolescencia significa realizar duelos importantes como; separarse de los padres de la infancia, enfrentar cambios corporales, abandonar la identidad de niño para ir configurando una identidad singular, todo esto implica un trabajo psiquico importante, deconstruir lo armado en la mente.
Esto conlleva una regresión, con un retorno a funcionamientos más tempranos que se reviven en el inicio de ésta; hay un alejamiento de los objetos paternos introyectados con un consiguiente debilitamiento del super-yo. La relación con su grupo de pares se torna relevante para el proceso de constutución de la identidad. Esto permite un posterior rearmado, con nuevos objetos introyectados más acordes con la realidad. La adolescencia presenta así una oportunidad de mejoría natural gracias al proceso del desarmado y rearmado de la mente. Considerando que ya existe un sustrato básico, el nivel de organización de la personalidad potencial del niño esta fuertemente establecido en las primeras fases del desarrollo.
Podemos clasificar la patología mental infantil según el grado de estructuración mental que presente el trastorno. Los niños pueden presentar síntomas debido a cambios evolutivos (ansiedad ante extraños, a los 8 meses, ansiedad en la adolescencia) o a situaciones de estrés, como separaciones de los padres, hospitalizaciones, muerte de un familiar, etc. Estos síntomas son considerados respuestas sanas. Si estos síntomas son muy intensos o duraderos se consideran como un trastorno reactivo. En ellos siempre hay una causa externa determinante. Un grado mayor de estructuración supone un conflicto interno, entre instancias del aparato psíquico como causa de los síntomas y no un conflicto con la realidad externa. Se habla en estos casos de un trastorno neurótico. Se pueden presentar desde la edad preescolar, apareciendo más claramente estructurado a partir de la etapa de latencia, en la edad escolar. Otra forma de estructuración es el trastorno de personalidad neurótico que corresponde a un cuadro en que un conflicto interno se expresa a través de rasgos de personalidad, como orden o limpieza excesiva, y no con síntomas. Cuando el aparato mental no ha logrado configurar un yo fuerte, que distinga bien realidad de fantasía, y un superyo que ponga límites, se presentan los cuadros de personalidad limítrofe, que se caracterizan por niveles altos de angustia y actuaciones. Se pueden ver en los niños desde la edad preescolar. Los cuadros psicosomáticos corresponden a la expresión corporal de un conflicto psíquico, los que se pueden presentar a cualquiera edad. Un tipo de trastorno psicofisiológico funcional, sin daño tisular, es frecuente en los primeros años de vida, como vómitos, cólicos, trastornos el sueño. A partir de la edad escolar se pueden dar los cuadros psicosomáticos propiamente tales, que incluye daño tisular. Estos trastornos indican una dificultad en la mentalización de los conflictos de modo que ellos se expresan a través del cuerpo.
Los cuadros psicóticos de los niños, se pueden deber a deficit precoces y mantenidos con sus objetos primarios y/o a un componente constitucional que suele manifestarse desde el comienzo de la vida. También en la adolescencia, se manifiestan cuadro psicoticos y se deben a fragilidad previa del yo, influenciada por los importantes cambios mentales internos propio de esta etapa.
Esta forma de ordenar la psicopatología es un aporte que puede hacer el psicoanálisis a la psiquiatría de niños, cuyas clasificaciones nosológicas son todavía insuficientes. Esta visión nos permite hacer un diagnóstico dinámico, estructural y genético.
Fundada en el año 1949 por el Dr. Ignacio Matte Blanco, la Asociación es una corporación de derecho privado, que reúne a todos aquellos psiquiatras y psicólogos que han realizado su entrenamiento en el Instituto de Psicoanálisis – su centro de enseñanza e investigación – para ejercer profesionalmente como psicoanalistas.