Angeles Vergara1
Aunque la felicidad no fuera directamente su asunto, La última nota -CODA– fue seleccionada para ser presentada en el ciclo de Cine y Psicoanálisis de Lo Matta Cultural acerca de ese tema, en la Municipalidad de Vitacura.
Pienso que la música se relaciona con la contemplación de algo bello (así como la contemplación de la naturaleza) y tiene que ver con la capacidad de conectar, de vincular a la experiencia y a los afectos, más allá de las palabras. Eso no es “la felicidad” pero es parte de ella. Helen, uno de los personajes del film, dice al final de la película que lo que siente al escuchar la música es algo como “sentirse viva” y eso le hace sentir gratitud. Se asocia con el Eros -pulsión de vida- que describiera Freud diciendo “que cohesiona todo lo viviente” (Freud, 1920, pág. 49) y “conducirla a desarrollos cada vez más altos” (Freud, 1923, pág. 253), así como con la “reparación, sostenida por la gratitud, que constituye una fuerza integradora” de la que habla Klein (Bléandonu, 1985, pág. 181). Preludio, Appassionata, Adagio, Fantasía, Ricercare y El arte de la fuga, Baladas, Momentos musicales, Allegro, Escenas infantiles, Funerales de las Armonías poéticas y religiosas, son algunos de los nombres poéticos de las piezas que se interpretan en la cinta, evocadores de muchos recuerdos y emociones. En ella, se representa acertadamente la idea de cómo la música nos acerca a la experiencia emocional, así como en la infancia, el juego nos acerca a conocer y experimentar con la realidad. Frente a la descalificación en un concurso de piano, Henry, personaje principal, le había dicho a Helen que lo relevante es la “habilidad para sentir”, no la actuación. Ella vuelve 15 años después para recordarle esas palabras a él.
Asimismo, el título Coda –La última nota- alude a la angustia frente al error en la interpretación del final de una obra, como apuntando al sufrimiento que puede existir frente a los recuentos que se hacen al final de la vida. Henry se pasea por el hotel vacío en la noche, reflexiona en el agua, camina. ¿Cómo es posible tocar si se acumulan tantos sentimientos perturbadores? En Coda, la escritora le dice al pianista: “¡Just play, Henry!” Pero no es fácil volver a entrar al escenario y “tocar” después de una ausencia prolongada, como tampoco es fácil volver a “jugar’’ después de haber sufrido una pérdida importante. Henry Cole dice: “Playing is my life”, pero su vida se interrumpe por la muerte repentina de su mujer. ¿Por qué se dice “tocar” a Bach, Beethoven o Scarlatti en español, mientras que en francés se dice “jouer” y en inglés se dice “play” (jugar)? Sin pretender responder la pregunta, Winnicott (1971) señala que la experiencia de jugar facilita el crecimiento y la salud, conduce a establecer relaciones sociales y se establece como una forma de comunicación. “Tocar” por otra parte, se queda como vivencias de acercamiento, contacto, impresión o modificación más acotadas. “Jugar” en este caso, aparece como una actividad que anima el alma o la psique con mayor propiedad.
Coda es una historia contada en 2 tiempos, como tocar con mano derecha y mano izquierda; una historia de acercarse al conocimiento, al amor, a la búsqueda de una “felicidad sólida”, como diría Capponi, y encontrarse al mismo tiempo con la pérdida. Una pérdida que se repite en distintos ámbitos; pero también se repiten el amor y la magia. Hay otras oportunidades. La búsqueda es alentada por la esperanza, que representa el coach animoso que acompaña al pianista: lo busca cuando se pierde, lo encuentra y lo alienta a tocar, a entrevistarse con los periodistas, a comunicarse con el público y con los jóvenes. Es ahí donde des-cubre a Helen, a la que había “tocado” 15 años atrás con sus palabras sin imaginárselo, y ahora ella lo “toca” a él, con sus impertinencias. Ella está en el esfuerzo de escribir para encontrarse a sí misma, para ponerle palabras a los sentimientos y saber lo que significan, habiendo abandonado su carrera de pianista. Pero el pianista está complicado con duelos y pérdidas; se angustia, se queda en blanco y rehuye el contacto; le gustan las formas de vida silenciosas. Probablemente quiere acallar voces internas dolorosas.
La búsqueda del vínculo y el recogimiento, son dos movimientos que están presentes al mismo tiempo; presencia y ausencia se alternan desde el primer momento de la película. Según Green, investidura y desinvestidura, ligadura y desligadura, vincularse y separarse, tienen papeles centrales en la estructuración del psiquismo (Green, 1983). Cuesta entender en la primera lectura, pero el comienzo y el fin están ahí desde el principio. El talento, la fortaleza y el dominio van a la par con la fragilidad. La música es celebración, es victoria, es el intento de superar obstáculos, dice Henry. Pero la interpretación está demasiado cerca de la desesperación y la soledad. Es como si el fracaso y el éxito estuvieran siempre unidos. Capponi señala en su libro La Felicidad Sólida que la felicidad amorosa y la desdicha van juntas (Capponi, 2019). Las personas se separan o mueren de un día para otro y el dolor es infinito. Sin embargo la música sigue ahí, siempre disponible, acompaña. El “fracaso” de Helen se asocia al maestro que le ayuda a buscar el sentido de la vida; ella indaga y lee que el éxito muchas veces esconde un defecto o una herida. ¿Que quiere indagar en la vida del maestro? Green, a propósito de la literatura, señala su asombro frente a “ciertas salidas de la sublimación que hacen que la actividad sublimada devenga en algo más importante que la vida.” (Green, 2004, pág.64)
Henry necesita retomar contacto con la vida, con la música, con el público. Está él mismo perdido, como en el sueño en que dando vueltas en un bote, todo se nubla; se acerca a un muelle, atraviesa una puerta para ir a “jugar”, sonríe con los aplausos que escucha, pero se topa con un piano al que se le desaparecen las teclas negras. Lo abruma la angustia y todo se desordena. Luego está en Suiza, recorriendo múltiples caminos en los que busca a Helen, que ya no está. Se busca a sí mismo arriba en la montaña (donde está el mismísimo Beethoven) y se ve abajo, en el pueblo. Entre esas montañas Helen vivió el duelo de no realizar su deseo, caminando por miles de senderos; allí descubrió que el mundo iba mucho más allá del piano y de ella misma cuando se topa con una roca -la que se dice inspiró a Nietsche con “la idea del eterno retorno de todas las cosas”. Esta idea se enlaza a su vez con el concepto psicoanalítico de “compulsión de repetición”. Henry encuentra la roca y también a Helen; repite un gesto que ella había tenido con él, frente a la roca. Sin embargo, habiendo elaborado el duelo, no se trata de una repetición mortífera.
Pero el encuentro perfecto y la sincronía son escasos. Habían comenzado a repetirse las experiencias en que Helen ayudaba a Henry a contener la angustia, a no escapar, a enfrentar una realidad que asusta pero es tolerable, y a seguir tocando/jugando. Capponi señala en su libro que hay distintos tipos de felicidad y que ellos se diferencian por su calidad, es decir por “su contribución a un funcionamiento mental crecedor, expansivo, creativo, vinculante, estable y vital” (Capponi, 2019, pág. 24). Tocando los ejercicios de Scarlatti, Henry había invitado a Helen a Europa. Nada más armonioso, o más cerca de la felicidad perfecta; pero efímero. Como cuando Helen cuenta que, estando totalmente perdida -sin saber quien era- después de fracasar en el concurso, escucha unos pocos compases melancólicos que evocan “ternura absoluta y comprensión profunda” que la ayudan a transformar sus sentimientos, y la niebla se despeja.
Henry es hijo de un matemático inglés que tenía condiciones para la improvisación en piano y de una cantante francesa a la que le aburría la vida ordinaria y la crianza del hijo. Sus padres lo dejan interno a los 6 años en Inglaterra y vuelven a Nueva York, donde se habían conocido. Comienza su educación formal y sus estudios disciplinados de piano. En la secundaria, puede reencontrarse con sus padres y dar largas caminatas por la playa. Se extraña de que ellas le permitan “borrar” los malos recuerdos de la infancia, seguramente el abandono y la soledad. Pero ¿las borra realmente? Helen habla de la Fantasía de Schumann, escrita para Clara cuando tienen que separarse. ¿Sospecha que él dejó de tocar cuando la mujer murió? ¿Sabe realmente? En todo caso, no sabe todo. El suicidio y la enfermedad mental las conocerá después, de boca de Paul, el coach que anima. Henry dice que no hay nada peor que “perder la cabeza”. Parece que con el paso del tiempo y las pérdidas, Henry también hace el duelo por el paso de los años cuando dice : “…ya no te preocupas por el futuro, solo esperas que el presente se prolongue, el corazón y la mente finalmente se alinean…”. Es parecido al Fausto de Goethe que dice : “¡Instante, detente, eres tan bello!” (Goethe, 1832, pág. 119)
Luego de un tiempo juntos y abriéndose a la que quiere escribir una crónica de su vida, ya bien avanzada la película, Henry se atreve a dar un concierto solo, en Turín. Se van a separar por un día y Helen muere manejando un convertible, encandilada. Es el trauma de la separación; la muerte que se repite. Henry le había dicho a Helen al despedirse que es un hombre viejo y ella le responde preguntando si tiene algún problema con las mujeres solteras. Le dice que lo ama y él hace un gesto en que se intuye lo que va a ocurrir. La voz en off de Helen aparece varias veces hablando de la repetición : antes de morir, dice que no es que las cosas se repitan, sino que la vida trata de alcanzar el punto en que la amemos tal como es.
Bibliografía
Bléandonu, G. (1985) L’école de Mélanie Klein. Paris, Paidos/Le Centurion, 1985.
Capponi, R. (2019). La felicidad sólida. Santiago, Zig-Zag, 2019.
Freud, S. (1920), Más Allá del Principio del Placer. Obras Completas, Vol. XVIII. Buenos Aires, Amorrortu Editores, 2000.
Freud, S. (1923[1922]), Dos artículos de enciclopedia. “Psicoanálisis” y “Teoría de la libido”. Obras Completas, Vol. XVIII. Buenos Aires, Amorrortu Editores, 2000.
Goethe, J. W. (1832). Fausto. Biblioteca virtual universal, 2003.
Green, A. (1983). Narcisismo de vida, narcisismo de muerte. Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1999.
Green, A. (2004). La lettre et la mort. Promenade d’un psychanalyste à travers la littérature: Proust, Shakespeare, Conrad, Borges,… Paris, Denoël, 2004.
Winnicott, D. W. (1971) Jeu. Proposition théorique. En Jeu et réalité. Paris, Gallimard, 2002.
________________________________________________________________________________________________________________