La problématica de la percepción: Algunos alcances de las primeras ideas Freudianas*

Ana Karenina Lacoste M. 1
 

 

RESUMEN 

Este trabajo aborda las multiplicidades de las primeras ideas de Freud en torno a la percepción durante el surgimiento del psicoanálisis. A partir de estas primeras conjeturas, autores contemporáneos retoman el concepto freudiano de signo de percepción, ampliando su significado para pensar situaciones clínicas en áreas no representadas del psiquismo. 

Palabras clave: percepción, signo de percepción, conciencia, sensorialidad, investidura, simultaneidad, realidad psíquica.


SUMMARY

THE TROUBLESOME OF PERCEPTION: SOME SCOPES OF THE FIRST FREUDIAN´S IDEAS

This work addresses the multiplicities of Freud´s first ideas about perception, during de emergence of psychoanalysis. From these first conjectures, contemporary authors take up the freudian concept of perception sign, expanding its meaning to think about clinical situations in unrepresented areas of the psyche

Key words: perception, sign of perception, consciousness, sensoriality, investiture, simultaneity, psychic reality

 

INTRODUCCION

Este trabajo surge de la convergencia entre algunas experiencias en sesión vinculadas a la percepción y mi interés por profundizar en la obra de Freud; en particular, un frustrante momento durante la sesión en que mi atención se dirigió momentánea y completamente hacia la percepción del movimiento que realizaba mi paciente sobre el diván, sin poder yo captar un nivel representacional. Con posterioridad fue posible pensar sobre posibles significados y surgió mi interés por entender con mayor profundidad el rol de mi percepción en situaciones clínicas en áreas no representadas del psiquismo. Profundizando en una lectura de los textos freudianos, entre otros problemas, Freud aborda el de la percepción. Siguiendo un orden cronológico de sus textos, durante el periodo pre psicoanalítico y su primera tópica, conceptos médicos, filosóficos, y psicológicos adquieren un nuevo significado, lo que amplió mi interés hacia las posibles influencias de la época en el pensamiento freudiano y de las que Freud se diferencia al crear el psicoanálisis. Las ideas psicoanalíticas emergieron a veces de manera contradictoria o quedando inconclusas, lo que dificulta la comprensión, por lo que he intentado mantener una apertura a los giros del pensamiento en Freud para profundizar en esta problemática durante los inicios del psicoanálisis.

Las referencias a la percepción se vinculan a conceptos como el de representación, recuerdo, rememoración, sensación, superficie sensorial y alucinación, entre otros, sin una clara delimitación del concepto. En el Diccionario de Psicoanálisis de Laplanche y Pontalis (1967), se encuentra una referencia a percepción-conciencia (p.272), quedando incluida en la definición de la conciencia. Durante el intercambio epistolar con Fliess, entre 1892 y 1899, Freud aborda el problema de la percepción en distintos momentos, como en el Proyecto de Psicología (1895), la Carta 39 (1896a) y la Carta 52 (1896b). Más tarde, al escribir la Interpretación de los sueños (1900-1901), retoma ideas del Proyecto de psicología pensadas en el nuevo modelo Inconsciente-Preconsciente-Consciente en el capítulo VII. En la Carta 52, Freud (1896), describe el signo de percepción como una primera trascripción de huellas mnémicas que considera completamente insusceptibles de conciencia. Autores contemporáneos como César Botella (2019) y Sara y César Botella (1995), sostienen que en Freud se puede distinguir entre la percepción como proceso y la percepción como contenido, y en un estudio más amplio sobre la percepción a lo largo de la obra freudiana, toman el concepto del signo de percepción de 1896 para formulaciones teóricas sobre áreas no representadas en el psiquismo. 

En este trabajo se pretende delimitar algunos de los alcances de las ideas que Freud desarrolla sobre la problemática de la percepción en el periodo teórico comprendido entre el Proyecto de psicología (1950[1895]) y el capítulo VII de la Interpretación de los sueños (1900-1901). Se inicia con una breve contextualización sobre el periodo en que Freud elabora sus primeros conceptos, para luego profundizar en el desarrollo de la problemática de la percepción en Freud según mi punto de vista personal, la presentación de citas textuales y comentarios personales. Posteriormente, se aborda una discusión con el aporte contemporáneo de C. Botella sobre el signo de percepción, para finalmente proponer conclusiones personales. 

 

I. BREVE CONTEXTUALIZACIÓN DEL PERIODO EN QUE FREUD DESARROLLA SUS PRIMEROS CONCEPTOS

Al escribir Tratamiento psíquico (Tratamiento del alma), Freud (1890), menciona que los avances en medicina llevaron a los médicos a orientarse hacia lo corporal, dejando lo anímico a los filósofos. En el ámbito filosófico, la percepción ocupa un amplio espacio en el Diccionario de filosofía de J. Ferrater Mora (2011), desde el que mencionaré algunas ideas. En general, la percepción alude a la aprehensión de una realidad, ubicándose en el intermedio entre la sensación y la intuición. En I. Kant, la percepción refiere a una “conciencia acompañada de sensación” (p.391). Las discusiones filosóficas también abordan la problemática de la mediatez o inmediatez de la percepción y existen diferencias sobre la interioridad o exterioridad del acto perceptivo. Para algunos habría una percepción pura sin memoria, sólo la memoria introduciría una subjetividad en la percepción y posibilitaría que haya conciencia sobre la misma. Otros diferencian entre percepción interna (inmanente) y percepción externa (trascendente). Habría una problemática filosófica abierta en relación a la percepción. 

Según George Makari, (2008), Freud habría usado el concepto de percepción de Brentano al escribir el Proyecto de psicología en 1895. Brentano había retomado ideas escolásticas sobre la intencionalidad como característica de los actos psíquicos. Siguiendo a Capetillo y González (2017), Freud fue alumno de Brentano en Viena en 1874, el mismo año en que Brentano publicaba su Psicología desde un punto de vista empírico (1874). En una de las cartas que Freud envía a Silberstein (Gay, citado en Capetillo y González, 2017). Freud escribe en relación a Brentano: “…A lo largo de varios semestres, pienso conocer a fondo su filosofía y me reservaré el juicio sobre ella y también una decisión sobre el teísmo y el materialismo. De momento he dejado de ser materialista pero todavía no soy teísta.” (p.147). Brentano consideraba la experiencia interior como una metodología infalible y la distinguía de la introspección, postulando que todo fenómeno psíquico se encuentra fundado en “la intencionalidad de la ligadura vital que hay entre la conciencia y su objeto” (p.160). En una cita a Brentano sobre los fenómenos psíquicos, escribe: “Todo fenómeno psíquico está caracterizado por lo que los escolásticos de la Edad Media han llamado la inexistencia intencional (o mental) de un objeto…Todo fenómeno psíquico contiene algo en sí como su objeto…en la representación hay algo representado…en el amor, amado, en el odio, odiado, en el apetito, apetecido…Con lo cual podemos definir los fenómenos psíquicos, diciendo que son aquellos fenómenos que contienen en sí, intencionalmente, un objeto.” (Brentano citado en Capetillo y González, 2017, p.161). Brentano habría diferenciado un objeto de la percepción y un objeto de la conciencia interna, otorgándole una realidad al objeto interno, así Freud habría podido distinguir realidad psíquica y realidad material. 

Siguiendo a Makari (2008), Freud creó un territorio freudiano al diferenciarse de la psicología asociacionista, la herencia y la persuasión interpersonal, orientándose a condiciones del mundo interno en la persona. En el Proyecto de psicología, además de usar el modelo de percepción de Brentano, Freud habría intentado una explicación desde la psicofísica, las leyes del movimiento, de la conservación de energía, el modelo fisiológico de la neurona y la física. El modelo psicofísico le habría resultado muy restrictivo a Freud, enfocándose en los sueños. Makari considera que el segundo libro de la Interpretación de los sueños era un modelo psicofísico de la mente que tomaba al soñar, no a la percepción, como “ la actividad paradigmática de la mente” (p.106). En los sueños había una experiencia vívida que ocurría mientras los ojos estaban cerrados. Inmersa en el giro que toma Freud hacia el estudio de los sueños, la problemática de la percepción experimenta nuevas elaboraciones en el modelo en torno a la conciencia. 

 

II. DESARROLLO DE LA PROBLEMATICA DE LA PERCEPCION EN FREUD

En el Proyecto de psicología (1950[1895]), Freud describe la vivencia de satisfacción luego de escribir una de sus primeras menciones sobre la pulsión en la última línea del número anterior que refería a las conducciones en Psi. Al escribir sobre las conducciones en Psi, Freud vincula a la pulsión con la impulsión, Freud: “…impulsión que sustenta a toda actividad psíquica… retoño de las pulsiones… “ (p. 362). Freud habría introducido, de esta manera, sus ideas sobre la vivencia de satisfacción teniendo en mente sus primeras conjeturas sobre la pulsión. Según mi apreciación, Freud propone un conjunto de sistemas neuronales Phi (φ), Psi () y Omega (ω), en los que la percepción se encuentra en cuanto células de percepción en el sistema Phi, diferenciadas de las células de recuerdo (no pasaderas, en Psi), y en el sistema Omega (según la modalidad de las neuronas de percepción) cuando se refiere a la percepción de la cualidad. Las células de percepción serían neuronas pasaderas que no operan resistencia ni retienen nada. En cuanto a los órganos de los sentidos, los piensa como pantallas ante las cantidades provenientes desde el exterior y también como filtros dejando pasar el estímulo con el periodo definido. A partir de lo anterior, se podría pensar en dos procesos perceptivos: uno para cantidades provenientes desde el exterior en Phi a través de las células de percepción y otro para percibir cualidades en Omega, según la modalidad de las células de percepción, en ambos casos sin retener, es decir, sin memoria. 

Continuando con la vivencia de satisfacción, Freud considera un conjunto de elementos que en cuanto un todo conforman esta vivencia, Freud escribe: “El todo constituye entonces una vivencia de satisfacción, que tiene las más hondas consecuencias para el desarrollo de las funciones del individuo. Pues tres cosas acontecen dentro del sistema ψ: 1) es operada una descarga duradera, y así se pone término al esfuerzo que había producido el displacer en ω; 2) se genera en el manto la investidura de una neurona (o de varias), que corresponden a la percepción de un objeto, y 3) a otros lugares del manto llegan las noticias de descarga del movimiento reflejo desencadenado, inherente a la acción específica. Entre estas investiduras y las neuronas del núcleo se forma entonces una facilitación” (p.363).

Según mi apreciación sobre la cita y el texto más amplio sobre este punto, en esta vivencia, la satisfacción requiere de una acción específica mediante el auxilio ajeno de otro humano que entiende lo comunicado por la alteración interior, como el berreo del bebé. Lo anterior formaría en Psi una imagen-movimiento mediante la ley de la asociación por simultaneidad. Al final del desarrollo sobre la vivencia de satisfacción afirma que la reanimación del deseo (estado de esfuerzo) alcanza probablemente primero la imagen-recuerdo del objeto, produciendo inicialmente el mismo efecto que la percepción, es decir, una alucinación, a lo que sigue inevitablemente el desengaño producto del desencadenamiento de la acción reflectoria. 

Se podría pensar que en la descripción de esta vivencia, se producen procesos de investidura, se forman decursos originarios, simultaneidades sensoriales y corporales que incluyen un objeto (real externo) que comprende y satisface, en una vivencia cualitativamente placentera y constitutiva de una huella mnémica. El objeto de la satisfacción se encuentra descrito en cuanto objeto percibido presente (real externo), como objeto percipiente de la comunicación del bebé, como objeto investido y como imagen recuerdo. La reanimación de la imagen recuerdo sería percibida con los componentes asociados y proporcionando una satisfacción, de manera alucinatoria, lo que lleva a pensar en un funcionamiento de tipo alucinatorio sin diferenciación entre interior y exterior ni entre sujeto y objeto, desde el punto de vista de la percepción. La asociación por simultaneidad produciría una imagen movimiento en Psi. Se conformaría entonces un conjunto de elementos que constituye una vivencia, que en cuanto percibida sensorialmente sería consciente y percibida cualitativamente sería placentera. Por otra parte, la pulsión quedaría organizada en el conjunto de la vivencia, entre aspectos somáticos, el objeto de la satisfacción (percepción del objeto) y el objeto de la satisfacción reinvestido en el recuerdo (reanimación alucinatoria). 

Freud continúa describiendo la vivencia de dolor presuponiendo que el dolor posee una cualidad displacentera y que implica el ingreso de cantidades hipertróficas en Psi. Entre la inclinación de descarga y la imagen recuerdo del objeto excitador del dolor se produce una facilitación. Considera también que se produciría una facilitación privilegiada entre las neuronas motrices y la imagen recuerdo del objeto hostil. En el siguiente punto, cuando trata sobre los afectos y estados de deseo, agrega que la señal de que la vivencia de dolor ha terminado la, produce la emergencia de otro objeto en lugar del hostil. Freud considera que la investidura de los recuerdos hostiles puede llevar incluso al “desagüe” de los recuerdos (p.367). 

En el caso del dolor, se puede pensar que Freud considera dos objetos, uno hostil, y otro que emerge en lugar del hostil. En este caso, la investidura del recuerdo hostil no lleva a una alucinación sino que puede llegar incluso a un desagüe de los recuerdos, tal vez al modo de una pérdida de investiduras. En ambas vivencias, Freud consideraría un objeto presente y perceptible por los órganos de los sentidos, ya sea gratificador, excitador de dolor o señal del término del dolor. Por otra parte, la percepción quedaría vinculada a procesos de investidura complejizando la relación entre los sistemas de percepción sensorial (como el visual y el auditivo) y la percepción de los recuerdos.

Luego de describir estas vivencias fundamentales, Freud continúa con sus ideas sobre el trabajo de pensamiento para distinguir entre percepción y recuerdo, sosteniendo que es el trabajo inhibitorio del Yo sobre los decursos originarios en la satisfacción y el dolor lo que permite hacer la distinción. Freud propone un Yo concebido en este momento como: “un grupo de neuronas constantemente investido” (p. 368). El Yo, al inhibir la investidura-deseo, posibilitaría que el signo de cualidad en Omega opere desde afuera y sea posible distinguir entre percepción y recuerdo, evitando llegar hasta la alucinación, citando a Freud: “Es entonces la inhibición por el yo la que suministra un criterio para distinguir entre percepción y recuerdo” (p.371). Freud propone que toda actividad de pensamiento tiene como meta producir un “estado de identidad” (p.378), trasladando una cantidad que procede desde afuera a una neurona investida desde el Yo. El juicio de realidad incluiría tanto al acto de pensar como a la percepción del signo de realidad. 

Se podría pensar, que las percepciones quedan como contenidos internos a ser contrastados con contenidos nuevos y también a partir de nuevos contenidos el proceso psíquico perceptivo se ve modificado, por ejemplo, en el estado de expectativa que busca percepciones deseadas. A partir de lo anterior, el proceso de percepción se vincularía estrechamente con la actividad de pensamiento mediante el trabajo inhibitorio del Yo, con la distinción entre percepciones (nuevas) y recuerdos, y con la atención dirigida hacia ciertas percepciones. A partir del trabajo inhibitorio del Yo, el sistema Omega proporcionaría el signo de realidad objetiva y percibiría, además las cualidades de placer y displacer, que corresponderían a las sensaciones de la investidura. 

A partir de lo anterior, se podría pensar en dos modalidades de percepción, uno alucinatorio y otro con inhibición del Yo. En el primero, el objeto recuerdo y los componentes asociados en la vivencia original son vivenciados como presentes y el proceso perceptivo se orientaría hacia el interior (investidura recuerdo), sin trabajo inhibitorio del Yo. El segundo, requeriría un trabajo de pensamiento secundario para distinguir entre recuerdo y una percepción exterior. Se puede pensar que se abren problemáticas que van más allá del alcance de este trabajo sobre la memoria, la representación y la alucinación relacionadas con la percepción. Hasta este momento, podría decirse que la percepción de una realidad puede darse de manera múltiple: orientada hacia el interior o hacia el exterior, mediada por la sensorialidad de los órganos de los sentidos y por la sensorialidad cualitativa en Omega. 

Después del Proyecto de psicología, en enero de 1896, en el Fragmento de la Carta 39 (1896a), Freud le da un nuevo giro a sus ideas sobre los sistemas Phi, Psi y Omega, planteando que los procesos de percepción conllevarían conciencia por sí mismos, en cambio, los procesos Psi serían por sí mismos inconscientes pudiendo llegar a una conciencia secundaria enlazando con procesos de descarga y percepción vía asociación lingüística. Freud menciona, además, que los signos de lenguaje serían percibidos a través de su reanimación alucinatoria. 

A fines de 1896, en la Carta 52, Freud (1896b) aborda entre otros temas, sus ideas sobre un reordenamiento de huellas mnémicas mediante trascripciones. En esta carta vuelve a mencionar percepciones que conllevan conciencia por sí mismas P, e introduce el concepto de Ps signos de percepción. Freud diferencia Ps respecto de los recuerdos inasequibles a la conciencia en Ic, describiendo un modo de asociación por simultaneidad, diferenciado de los nexos entre los recuerdos. Freud escribe que habría al menos tres trascripciones: 

“P son neuronas donde se generan las percepciones a que se anuda conciencia, pero que en sí no conservan huella alguna de lo acontecido. Es que conciencia y memoria se excluyen entre sí. 

Ps (signos de percepción) es la primera trascripción de las percepciones, por completo insusceptible de conciencia y articulada según una asociación por simultaneidad. 

Ic (inconciencia) es la segunda trascripción, ordenada según otros nexos, tal vez causales. Las huellas Ic quizá correspondan a recuerdos de conceptos, de igual modo inasequibles a la conciencia. 

Prc (preconciencia) es la tercera retrascripción, ligada a representaciones-palabra. Correspondiente a nuestro yo oficial…” (p.275).

La memoria tendría como característica ser múltiple, escribe Freud: “…registrada en diversas variedades de signos” (p. 274), es decir, el registro se daría mediante variedades de signos. En la carta, la percepción vuelve a aparecer en las neuronas conciencia que serían también neuronas – percepción, esta vez en la reanimación alucinatoria de representaciones palabra, que harían conscientes las investiduras del Preconsciente y reafirmando su conjetura sobre las neuronas conciencia como neuronas de percepción, carentes de memoria. 

Aunque Freud decidió no publicar el Proyecto de psicología durante su vida, considerando la cercanía cronológica entre el Proyecto de psicología y el Fragmento de la Carta 39 y la Carta 52, podría conjeturarse, más allá de lo que Freud sostiene, sobre las vivencias de satisfacción y de dolor en relación al modelo de trascripciones. Algunos aspectos del modelo de trascripciones podrían abrir un vértice para pensar nuevamente sobre estas vivencias fundamentales, llevándome a conjeturar si incluirían percepciones conscientes P y posiblemente signos de percepción Ps, en los primeros momentos estructurantes del psiquismo, considerando la simultaneidad como característica de las asociaciones en esta primera trascripción. Por otro lado, entre esta primera trascripción y la segunda, Ic inconsciente, habría un paso que implica la formación de un inconsciente reprimido (nexos causales). Las vivencias de satisfacción y de dolor podrían ser pensadas como un proceso transformador (reordenamiento según nuevos nexos) que involucra la problemática de la percepción en cuanto proceso y en cuanto contenido. 

Posteriormente, al referirse al cumplimiento de deseo, en el capítulo VII de la Interpretación de los sueños (1900-1901), vuelve a retomar la vivencia de satisfacción describiendo que en el sueño también se produciría un estado primitivo del aparato psíquico donde el desear culmina en un alucinar, Freud sostiene: “Esta primera actividad psíquica apuntaba entonces a una identidad perceptiva, o sea, a repetir aquella percepción que está enlazada con la satisfacción de la necesidad” (p.558). En este mismo punto Freud aclara que se trata de algo perceptivamente idéntico a la vivencia de satisfacción y continúa afirmando que el pensar sustituye al deseo alucinatorio. Al referirse al proceso primario y proceso secundario, Freud habría relacionado sus ideas sobre el proceso de investidura alucinatoria y el proceso inhibitorio quedando reformuladas en su nuevo modelo, Freud escribe: “…los dos sistemas son el germen de lo que insertamos como Icc y Prcc en el aparato plenamente constituido” (p.588). 

El estado del dormir considerado como una desinvestidura del sistema Preconsciente, aunque no total, más el no acceso a la motilidad voluntaria y la desinvestidura de los órganos de los sentidos, permite volver a la idea de la percepción alucinatoria, ahora en el movimiento regrediente de la excitación dentro del aparato mental, Freud escribe: “…una vez que el sueño devino percepción, puede excitar a la conciencia por medio de las cualidades que adquirió”. (p.566). En un contraste con la clausura de los órganos de los sentidos en el estado del dormir, Freud remarca el rol de la percepción a través de los órganos sensoriales en la restricción al principio primario de displacer, citando a Freud: “El imperio automático del principio primario de displacer (con la consecuente restricción de la capacidad de operación) es quebrantado por las regulaciones sensibles, a su vez otros tantos automatismos” (p.604). Por otra parte, cuando se refiere a la conciencia propone la idea de una doble superficialidad sensorial, una para las percepciones desde P y otra para los procesos de pensamiento preconscientes. Más adelante, al definir la conciencia Freud menciona: “…el material de excitaciones afluye desde dos lados…desde el sistema P, cuya excitación condicionada por cualidades probablemente atraviese por un nuevo procesamiento antes de convertirse en sensación consciente, y desde el interior del propio aparato, cuyos procesos cuantitativos son sentidos, toda vez que los alcanzan ciertas alteraciones, como serie de cualidades de placer y displacer” (p.603), acentuando la percepción de cualidades psíquicas. Considerando la estrecha relación entre percepción y conciencia, surge la pregunta sobre la posibilidad de un doble trabajo de percepción ante una doble sensorialidad. 

A partir de lo revisado hasta acá, la problemática de la percepción alcanzaría las percepciones en P, en Ps, una percepción para cualidades en Omega, una percepción conciente vía reanimación alucinatoria de representaciones palabras, y una percepción para pensamientos preconcientes en la doble sensorialidad de la percepción-conciencia de la Interpretación de los sueños. Agregaríamos, la relación entre actividad perceptiva y actividad de pensamiento. 

 

III. EL CONCEPTO DE SIGNO DE PERCEPCION, C. BOTELLA 

César Botella (2019), toma el concepto de signo de percepción de la carta 52 de Freud, para aplicarlo a los efectos negativos de los traumas considerados en los últimos trabajos de Freud sobre el trauma en 1939 (citado en Botella, 2019, p.77). C. Botella (2019), propone que los efectos negativos corresponderían a un resto en negativo del trauma, irrepresentable, “una percepción signo” que no puede Wa memorial sin contenido (p.78). Esta zona psíquica correspondería a pérdidas de objeto no representables constituyendo huellas memoriales en negativo, diferentes a las huellas mnémicas representadas. La percepción signo referiría a una primera inscripción de percepciones en negativo bajo una modalidad primitiva de simultaneidad. Freud habría desarrollado la idea de simultaneidad a partir de los trabajos de Pavlov sobre el reflejo condicionado que incluye la asociación por simultaneidad y luego la constitución de una huella memorial permanente de la simultaneidad, como un registro. El signo perceptivo revelaría una simultaneidad de elementos acercándose al concepto freudiano de Ps de 1896 como portador de una memoria inaccesible a la conciencia. Según C. Botella, el signo perceptivo de 1896 tendría las características de una “inaccesibilidad constitucional a la conciencia y la cualidad de No- Representación de la regresión regrediente del pensamiento en el sueño” (p.78). El acceso a la conciencia requeriría de relaciones causales que aporten sentido, en una segunda inscripción de elementos perceptivos. Agregan que habría una diferenciación entre una huella mnémica y una huella memorial perceptiva (no-representación, no-investidura, no-objeto). Siguiendo a Sara y César Botella (2001), el concepto de representación refiere a la posibilidad de acceder a una cadena de representaciones “…gobernada por el deseo inconsciente, por la pulsión y su fijación a su representante psíquico” (p.223). 

A partir de esta concepción del signo perceptivo freudiano, C. Botella (2019), propone una actitud de pensamiento del analista en sesión con una doble atención flotante (extendida a lo sensorial), en la que el analista podría llegar a una actitud flotante parejamente perceptiva. Mediante esta actitud, el analista captaría en sesión: “un signo perceptivo a través de un proceso de investidura momentánea, involuntaria, accidental, progrediente y no regrediente, de orden perceptivo y no alucinatorio como en el sueño” (p.83). Las vías intermediarias para transformar en un primer nivel de pensamiento aquello que se encontraba afuera de lo representado podrían ser el sueño, lo alucinatorio, la figurabilidad, el afecto y el cuerpo psicosomático funcional. En el analista, podrían experimentarse en el tránsito del dormir al despertar, en las ideas hipernítidas y en el crear una conversación regrediente entre dos psiquismos que permita el brote del afecto en el analista. 

 

 

IV. CONCLUSIONES PERSONALES

Me parece que los alcances sobre la problemática de la percepción durante este primer periodo en Freud pueden pensarse en la relación de esta problemática con algunos conceptos propiamente psicoanalíticos. A partir de los textos abordados en este trabajo y manteniendo la diferenciación entre contenido perceptivo y proceso perceptivo, los conceptos psicoanalíticos que he considerado son: realidad psíquica, percepción-conciencia, investidura, y pulsión, agregando algunas conclusiones personales sobre el signo de percepción. 

Freud habría propuesto un equivalente psíquico a partir de los órganos de los sentidos para un proceso de percepción orientado a una realidad interior, ampliando la sensorialidad y los tipos de contenidos, al vincular estrechamente el trabajo de pensamiento, los procesos perceptivos y los contenidos perceptivos en una relación de influencia mutua. En Freud, durante este periodo teórico, se podrían distinguir tres procesos perceptivos: 1.- P, percepciones como cantidades que ingresan al aparato psíquico (polo perceptual, percepciones conscientes, sin memoria), 2.- Percepción de cualidades (sensibles, y placer y displacer) en Omega, 3.- Percepción de pensamientos preconscientes (doble superficialidad sensorial del capítulo VII). Lo anterior, lleva a pensar en procesos perceptivos ante diferentes vértices sensoriales que se podrían agrupar en la doble sensorialidad de la percepción-conciencia de la Interpretación de los sueños. Estos procesos se realizarían en modalidades de percepción alucinatorias y mediante un trabajo inhibitorio del Yo, pudiendo coexistir paralelamente ambas modalidades y una multiplicidad de contenidos perceptivos que pueden o no coincidir. La idea de Freud sobre el sistema Omega en que el proceso perceptivo se produciría según la modalidad de las neuronas de percepción de los órganos de los sentidos, y de una superficialidad sensorial para pensamientos llevaría a pensar en equivalentes psíquicos de los sistemas perceptivos y, a conjeturar sobre un equivalente sensorial para la realidad psíquica, ya no material. 

En su relación con la conciencia, los procesos perceptivos derivarían en percepciones conscientes desde dos vías: si se considera P (percepciones conscientes) y si se considera la percepción-conciencia de pensamientos preconscientes en la Interpretación de los sueños, pudiendo coincidir o no. Se podría conjeturar si en P la conciencia referiría a una conciencia más cercana a lo corporal o de un menor grado de elaboración psíquica. La percepción consciente incluiría una modalidad de reanimación alucinatoria, como en la reanimación de la percepción del objeto y la reanimación de representación palabra. 

En este periodo teórico Freud no se refiere a la percepción de la ausencia, sino que propondría un objeto siempre presente, satisfactor, hostil o auxiliador. Serían los procesos de investidura los que mediarían las posibilidades de representación en el psiquismo, procesos en los que la investidura de lo doloroso puede llevar incluso a procesos de desagüe. Lo anterior, se acerca al concepto de César Botella sobre lo no representado como huella memorial en negativo si se considera el desagüe como una desinvestidura y pérdida representacional. 

Según mi apreciación, el temprano concepto freudiano de pulsión de 1895, se acerca a la idea de intencionalidad de Brentano, la pulsión implicaría a su objeto. La vivencia de satisfacción descrita por Freud como una totalidad podría considerarse como un objeto, que a través de la investidura del objeto de la satisfacción y su cualidad placentera, permitiría organizar la pulsión, sentida como una investidura corporal e interior. Podría entenderse como un primer encuentro organizador de la pulsión y determinante en cuanto a su direccionalidad. 

Podría conjeturarse sobre la percepción de signos perceptivos como la posibilidad del analista de percibir un registro memorial no representado de elementos simultáneos, acercándonos a lo propuesto por César Botella sobre el signo de percepción freudiano de 1896. Lo anterior implicaría pensar en un nivel del psiquismo posible de representar, abriendo un área psíquica no consciente y no incluida en el inconsciente reprimido de la Interpretación de los sueños. La posibilidad de percepción de estas simultaneidades en el analista no podría darse a través de un trabajo de pensamiento secundario del Yo, ni de la percepción a través del preconsciente, ni de la regresión del pensamiento en el sueño. La diferenciación entre una huella memorial y una huella mnémica abriría un espacio para ubicar al signo de percepción en una continuidad entre lo somático y lo psíquico. Se podría pensar sobre un área de no representación y posibilidad de transformación a través de una actitud analítica de desinvestidura-regresiva para investir de manera accidental e involuntaria un nivel perceptivo memorial en que emerge un esbozo de totalidad en el analista, inicialmente sin sentido.

 

Bibliografía

  1. Botella C (1995). Sobre el proceso analítico: de lo perceptivo a la causalidad psíquica. En Libro anual del psicoanálisis (Revue Française de Psychoanalyse)(p.129-149). Madrid: Biblioteca Nueva/APM, 1998. 
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  1. Psicóloga, Psicoanalista APCh, karilacoste@gmail.com
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