Compañera de ruta desde aquellos días en el Calvo Mackenna en que un pequeño grupo se iniciaba en el intento de acercarse a la comprensión de una mente en desarrollo y su sufrimiento. De diferentes personalidades y aptitudes, compartimos desde el año 1967 en adelante un mismo objetivo y aspiramos a las mismas metas: la atención del niño y del adolescente con una mirada psicoanalítica y el desarrollo del psicoanálisis de niños en Chile. Iniciamos también en esa época la formación psicoanalítica.
En lo personal vivimos juntas los comienzos de la vida en pareja, la llegada de los niños, penas y alegrías, los avatares de la vida. No todo era estudio, recordamos nuestros encuentros sociales en los cuales cantaba un improvisado coro y donde Lili, que se caracterizaba por su gran sensibilidad y su talento innato para expresar ideas y sentimientos, recitaba una de sus primeras poesías, que se refería a una planta sureña, que vive por muchos años, poesía, cuya frase final era “y cuando la quila florece, muere”.
Vinieron tiempos difíciles, el golpe, el cierre del Servicio de Psiquiatría, impacto que nos dispersó. Liliana organizó un grupo de estudio para profundizar y experimentar sobre la técnica de juego, lo que nos permitió reunirnos nuevamente. Compartimos con ella por varios años en este grupo, junto a otras colegas, en el estudio de este campo tan básico en el psicoanálisis de niños.
Así se iniciaba el proceso de reparación del grupo que culmina con las venidas de Aurora Pérez desde Buenos Aires y luego por la venida de otras analistas que nos formaron como analistas de niños.
Liliana destacó por su fina precepción de los casos y por su espíritu pionero de ir más allá de lo que sabíamos. Un tema de su interés fue el de los objetos internos. Esto la llevó a describir el objeto autista, al mismo tiempo que otros analistas del mundo describieron hallazgos semejantes. En este trabajo fue siempre acompañada por Mario, su esposo analista, y publicaron artículos en conjunto.
Dentro de la APCH se mantuvo siempre al día en los conocimientos, lo que, junto con su especial capacidad de trasmitirlos, la llevó a ser una de las mejores docentes del Instituto. También destacó como supervisora. Recordamos sus supervisiones y discusiones de casos siempre claras que denotaban un encuadre interno sólido. Así llegó a ser una analista didacta valorada y muy respetada y directora del Instituto por un período.
Liliana también destacó en el campo internacional. Fue Coordinadora De Niños y Adolescentes de Fepal entre los años 2000 y 2002. Participó en la creación de Cocap y ocupó el cargo de Co-Chair por América Latina entre los años 2005 y 2009. Ella gestionó el reconocimiento de La formación de Psicoanalistas de Niños y Adolescentes de nuestra Asociación ante la IPA.
Tenemos mucho que agradecer a Lili, pero tal vez, lo más importante es haber podido compartir con ella tantos años de vida, con encuentros y desencuentros, momentos de estar muy cerca y momentos de lejanía física, pero nunca afectiva…. Esto es lo que la hace inolvidable para nosotras.
Mónica Bruzzone, Elena Castro, Gloria Muñoz.
Julio 2013